Veterano de Guerra. Sexta parte
Los montaraces de Gondor eran un cuerpo de élite muy selecto, temido y respetado por todos. Todo guerrero de Gondor apreciaba mucho la compañía de un montaraz, pues su sola presencia le inspiraba confianza y una sensación de seguridad. Ser montaraz equivalía a ser respetado, y eso era lo que yo esperaba recibir cuando el capitán Faramir en persona me concedió acceder al cuerpo: respeto. Nunca en mi vida había estado tan equivocado. En las seis semanas que pasé adiestrándome para tener los conocimientos básicos para poder sobrevivir, descubrí que un montaraz poco o nada tenía que ver con la superioridad, sino con el sacrificio y completa entrega.